Capítulo 30: Visita inesperada

Me quedé paralizada al oír esas palabras. Alex se fue acercando poco a poco a mí hasta que un solo centímetro me separaba de un gran error.

- No puedo Alex – dije cuando una lágrima empezaba a recorrer mi cara.

- Pero…

- No puedo hacerle esto a Jake –sollocé interrumpiéndole.

- Pero Beca… estoy enamorado de ti y siempre lo estado.

- Pero yo quiero a Jake.

- ¿Estás enamorada de ese infeliz? ¿No has visto lo violento qué es? ¿Qué opinan tus padres de él?

Me quedé callada, no sabía si decírselo o no.

-Qué… que todavía no se lo has dicho ¿no?

- Dudo que pueda decírselo…

- Sabes que a tus padres no les gusta que les ocultes cosas, aunque no me extraña porque tratándose de Jake…

- Mis padres están muertos Alex, y no te metas con Jake porque no le conoces de nada. – Grité llorando.

Empecé a bajar por la escalera de nuestro pequeño lugar especial, cuando un brazo se interpuso en mi camino, era Alex abrazándome.

- Discúlpame princesa, yo no lo sabía y no petendía herirte.

- Ya lo sé Alex…

- Entonces, ¿me perdonas? – yo asentí con la cabeza. – Siempre has sido muy buena, he preparado esta merienda para ti. – dijo señalando un pequeño banquete. – Quédate a comer por favor, te lo suplico bella princesa. – dijo poniéndose de rodillas y besándome el dorso de la mano.

- Por supuesto caballero. – dije con una enorme sonrisa en mi cara.

- Ven aquí – me cogió de la cintura acercándome a él, pasó la llema de sus dedos por mi rostro quitando el último reflejo de dolor que asomaba por mis ojos.

Me llevó hasta el pequeño buffet, nos sentamos y durante toda la tarde estuvimos recordando el pasado, nuestro juegos de la princesa y el héroe, de cuando nuestras madres nos gritaban para que volviéramos a casa y nosotros nos escondíamos sin mucho éxito, éramos inseparables.

Cuando me quiese dar cuenta ya era tardísimo.

- Lo siento Alex pero debo irme se me ha hecho tarde.

- ¿Ya? – Preguntó con carita de perrito degollado.

- No me pongas ojitos Alex, que sabes que me tengo que ir

- Vale… - dijo con tono cansado. – Pero deja que te acompañe a tu casa.

- Que caballeroso eres… cualquier chica estaría encantada de estar contigo.

- Cualquiera… pero de la que estoy enamorado realmente, eres tú.

No supe que responder, pero mis mejillas enrojecieron. Alex lo notó, me cogió la mano y sin mediar palabra salimos de camino a mi casa.

Ninguno de los dos habló durante todo el trayecto, había un silencio muy incómodo, hasta que mi móvil lo rompió.

- ¿Sí?

- Beca… soy yo, Jake.Tengo una buena noticia, ¿a que no sabes lo que me ha pasado?

- ¿El qué cariño? – pregunté con una sonrisa en la cara.

- Vuelvo a vivir con mis padres. – Mi cara cambió por completo, poniéndose tensa. – He arreglado todo con mi padre.

- ¿Estás seguro Jake?

- Sí Beca, he estado hablando con mi padre y ha cambiado mucho. Hemos estado hablando de tonterías y ni siquiera hemos discutido ni una vez.

- Me alegro mucho cielo.

- Oye, Beca… tengo que colgar, mañana hablamos.

- Vale, te quiero… - pero Jake ya había colgado.

Caminamos hasta mi casa si hablar, creo que Alex no se atrevía a preguntarme qué me pasaba, porque se quedó callado todo el camino.

- Bueno, ya hemos llegado, creo que debería irme ya a mi casa si es tarde

- Vale, claro – me acerqué a él y le di un tímido beso en la mejilla – adiós.

Abri la puerta de mi casa, y me giré para ver cómo mi mejor amigo se marchaba cabizbajo y triste porque seguramente le hubiera gustado entrar pero yo no estaba de humor para seguir hablando. Entré en la cocina y encontré una nota de Lara en la que decía que no iba a dormir aquí y que tenía la cena en la microondas. Me calenté la cena y cené sola y peocupada por el padre de Jake, ya sé que me había dicho que había cambiado, pero no me fíaba. Me puse el pijama más corto que tenía, ya que mi tío tenía la calefacción a tope. Bajé al salón y me puse a ver la tele. No me estaba enterando de nada, estaba en mi mundo, solo veía a unos tíos hablando y gritando, por no se qué de el hijo de un famoso. Estaba empezando a comerme la cabeza por el tema de Alex hasta que llamaron a la puerta, ni siquiera me levanté, no tenía ganas de hablar con nadie, solo quería descansar y pensar en mis cosas, pero la persona no paraba de llamar insistentemente, así que con toda la tranquilidad del mundo me levanté y mi dirigí a la puerta. Cuando la abrí me quedé pasmada, no me podía creer lo que estaba viendo. ¿Qué hacía él aquí?

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Cuaderno de Beca

Malos momentos juntos, buenos recuerdos, gente inolvidable que se te queda clavada dentro del corazón, gente que te quiere con locura, gente que sabe apreciar lo más maravilloso de tu vida: la amistad.