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miércoles, 11 de mayo de 2011

Capítulo 61: ¿Nosotros?

Por fin salí del reformatorio, tenía muchas ganas de estar alli con Jake, pero ese lugar no me gustaba nada. Andé relajadamente por la calle, devuelta a casa, escuchando una de mis canciones favoritas. Noté las ganas de llorar en ese momento, como un poco de agüilla se me empezaba a acumular en los ojos, seguida por un torrente de lágrimas. En ese momento recordé algo... Alex. Me dirigí con paso firme hacia su casa, tenía que arreglarlo con él.
Llamé al timbre un par de veces, estaba muy nerviosa.

-¿Beca? - me preguntó Alex nada más verme - ¿Qué haces aquí?

-¿Puedo pasar? - pregunté tímida - necesito hablar contigo

-Claro pasa - contestó haciéndome un gesto con la mano para que entrara.

Entré lentamente en la casa, supuse que no había nadie, ya que solo se escuchaban mis pasos y los de Alex. Entré en salón y me senté en el sofá. Estaba muy nerviosa, sabía que todo iba a salir bien porque Alex era un cacho de pan, pero igualmente me sentía bastante mal... había sido un día de mierda.
Alex se sentó a mi lado, a cierta distancia para que no me sintiera incómoda. Nos quedamos los dos en silencio, mirando a algún punto de la casa, esto era bastante incómodo, antes no me importaba quedarmme un rato en silencio con él, pero desde que pasó aquello...

-¿Qué querías contarme? - dijo Alex por fin

-Quería pedirte disculpas...

-Disculpas... ¿por?

-Es que... el otro día... - me quedé callada

-¿El otro día ¿qué? - me animó a continuar

-Pues que oi cómo hablaba Ana por teléfono...

-¿Y ya está?

-No... dijo que no habíais hecho nada y que solo lo hizo porque es una guarra hija de puta que quiere joderme la existencia

-¿En serio dijo eso?... ¿literalmente? - dijo sonriente.

No le contesté, sabía de sobra que estaba todo arreglado. Me tiré encima de él para darle un fuerte abrazo. Él me apartó delicadamente, y me miró directamente a los ojos.

-¿Has estado llorando? - preguntó procupado.

-No...

-Mentirosa... va, cuéntamelo

-No creo que sea buena idea

-Beca, nos conocemos desde que éramos unos enanos, creo que hay confianza suficiente cómo para que me lo cuentes

-Déjalo ¿vale?

-Beca, por favor - dijo mirándome directamente a los ojos.

-Han metido a Jake en un reformatorio, he ido a verle esta tarde... está fatal - dije comenzando a llorar



Un mar de lágrimas comenzó a surcar mi cara, no me encontraba nada bien, no había comido nada desde hacía varias horas, me sentía mareada, hasta que vi todo oscuro...


Abrí lentamente los ojos, para encontrarme con la espalda de Alex, que estaba sentado en su mesa haciendo los deberes. Me sentía fatal, estaba intentando arreglar las cosas con Alex, pero no podía quitarme de la cabeza a Jake, me sentía la peor persona del mundo, no podía estar con un chico sin dejar de pensar en el otro, y ahora más con el problemón que tiene Jake... no sabía que hacer, ¿por qué la mi vida tiene que ser tan asquerosa? ¡Todo me pasa a mi! Pero opté por algo... me olvidaría de chicos por una temporada.
Alex se giró, al ver que estaba despierta me sonrió tiernamente, a lo que yo le correspondí con una mueca, intento de sonrisa. Él se acercó a mi y me acarició la mejilla

-¿Te encuentras mejor?

-Si, a sido un mareo tonto, pero ya estoy bien, no te preocupes

No volvimos a nombrar ni a Jake ni a mi mareo en toda la tarde. Estuvimos viéndo la tele, jugando con juegos de mesa, y ayundándonos con los deberes mutuamente, aunque más bien era él el que me tenía que ayudar a mi.
La verdad es que Alex era muy inteligente, entendía todo a la primera, por eso no llegaba a entender por qué había repetido curso.
Pasé una tarde maravillosa con mi mejor amigo, hasta que se hizo de noche y se ofreció a llevarme a casa. Después de unos cuantos intentos para que no me acompañara, no quería causarle molestias, nos dirigimos hacia mi casa. En el trayectó Alex me cogió la mano y me miró de reojo, para ver mi rección, pero yo me limité a seguir mirándo para delante como si ni siquiera me hubiera tocado. No quería volver con él, pero me dolía muchisimo decirle que no y hacerle daño.

-Ya hemos llegado princesa - me dijo como siempre con una sonrisa en la cara.

-Muchísimas gracias por acompañrme Alex... eres un cielo
-Oye Beca en cuanto nosotros... ¿qué pasa?

-¿Nosotros?

-Si... me refiero a que si quires volver a salir conmigo.

Pues la verdad es que no, necesito libertad para pensar... hubiera sido una muy buena respuesta si no me hubiera quedado callada, sin poder articular palabra, con la mente en blanco, lo único que logré decir fue:

-Pues...
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Cuaderno de Beca

Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas

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Lo seeeee es cortito, pero es que tengo un examen medianamente importante, pero mis supuestas "amigas" xD no paraban de presionarme!!! que gentuza =@
pues nada que esperamos que os haya gustado (L)
muchos besoooos

sábado, 7 de mayo de 2011

Capítulo 60: El reformatorio

…¿Realmente acababa de escuchar aquello? ¿Miguel pretendía meter a Jake en un reformatorio?

- Pero… ¿por qué? – dije sobresaltando a la madre de Jake
- Emmm… Pues porque ya sabes como es mi marido, supongo que pondrá alguna razón absurda con tal de que Jake vaya a un reformatorio.- dijo Miriam apenada.
- Vale… Bueno yo me tengo que ir – le dije ya sin mirarla a la cara, y me fui cabizbaja.

Mientras andaba hacia mi casa, una lágrima recorría mi cara, pensando en todo lo vivido con él y en lo rápido que todo se esfumaba.

Al llegar a casa, me metí directamente en la habitación, me tumbé en la cama y empecé a llorar, solo Ody al verme tan triste, se tumbó a mi lado.

- ¿Por qué Ody? ¿Por qué las personas tienen que ser tan crueles?

No esperé la respuesta, así que seguí llorando como una niña pequeña a la que le han quitado su caramelo.
Al final me quedé dormida.

Me levanté, sabía lo que iba a hacer hoy, así que ni siquiera me paré a desayunar.
Me fui directamente a hablar con la madre de Jake.

- Hola Miriam.
- Hola Beca, ¿no es muy temprano para estar por aquí?
-Sí, lo sé y lo siento, pero necesito hablar contigo. Sé que podemos hacer para que Jake no vaya al reformatorio.
- ¿Qué? No creo que haya ninguna solución, tanto tú como yo sabemos de lo que es capaz Miguel cuando quiere algo.
- Ya… pero, hay una sola manera, claro que… no se si tú querrás hacerlo.
-Mira Beca, si realmente hay una solución haré lo que sea… es mi hijo ¿entiendes?
- Vale. Pues el plan es que tienes que denunciar a tu marido.
- ¿Qué? ¿Pero tú estás loca? –Me dijo gritando. – Mira denunciándole solo conseguiría que nos matase a mi y a mi hijo.
- Ya que no estás dispuesta a colaborar en este plan… dime por lo menos dónde está.
- Hoy ha entrado en el reformatorio de la calle de los Pájaros.
- ¿Dónde está? Porque ahora mismo no me sitúo.
- Pues está justo enfrente de la cafetería Comecocos.

En ese mismo instante me vinieron muchos recuerdos a la cabeza: el día en el que conocí a Jake la cafetería Comecocos, nuestros nicks de la página en la que nos conocimos…

Sin tan siquiera despedirme, salí de allí casi corriendo hacia el reformatorio.

Al llegar me dio un poco de miedo pero entré. Yo no iba a dejar tirado a Jake cuando más me necesita.

- Hola – le dije a un vigilante de la entrada.
- ¿Qué quieres?
- He venido a ver a un amigo ¿Podría verlo ahora?
- Has tenido suerte, hoy es día de visita. Dime nombre y apellido.
- Eh… sí. Jake Martínez.

Después de consultar en un ordenador me dijo:

- Vale. Vamos a la sala 52. El nos esperará allí.

Mientras íbamos hacia la sala 52, el vigilante hablaba por el walkie-talkie seguramente informando sobre mi llegada a Jake.

Yo ya estaba sentada, era un habitación fría, pero entonces entró Jake sin tan siquiera mirarme y la habitación se me hizo más fría. Jake se sentó enfrente mía.

- Ho… hola  Jake.

No obtuve respuesta.

- ¿Qué tal estás?

Ahora, simplemente me miró, y yo comprendí lo mal que lo estaba pasando en el reformatorio, este desde luego no era lugar para Jake.

Entonces se levanto y como movido por un impulso y me abrazó con tanta fuerza que casi me ahoga.

- Te he echado de menos.
- Y yo a ti. Jake… tenemos que hacer algo.
- No podemos Beca, no puedo salir de aquí al no ser que mi padre quite la denuncia, y ya sabes que eso nunca lo hará.
- Bueno Jake, tú no te preocupes, encontraré una solución te lo prometo.

Volvimos a abrazarnos, nos transmitimos todo lo que nos queríamos decir, sin palabras.

- Gracias Beca.

Le miré como preguntándole por qué, me entendió así que dijo:

- Gracias por todo Beca, por tu apoyo, por no haberme dejado tirado nunca.

Lo abracé, porque ahora si que no podía ni hablar.

A lo lejos vi como el vigilante que me había llevado hasta Jake se acercaba hacia nosotros, venía con paso decidido, por lo que intuí que venía para decirme que me fuera de allí.

- Señorita, se ha acabado el tiempo de visita, tiene que irse.
- Sí sí, sólo déjeme despedirme.
- Lo siento, tenemos que irnos.

El vigilante me cogió del brazo y me llevó por el pasillo.
Pero justo antes de girar a la derecha en el final del pasillo, me di la vuelta y miré a Jake, nos devolvimos la mirada y nos sonreímos, después desaparecí por los pasillos del reformatorio.
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El cuaderno de Beca 

No existen problemas, sólo son pruebas que hay que superar.